Allá por los años 70, el pueblo mágico de Todos Santos, en Baja California Sur, se dio a conocer gracias a una canción de The Eagles que hablaba de un hotel. Hoy, esa misma actitud relajada de Baja California persiste en otro hotel encantador.
Un camino de terracería de 5 kilómetros separa al pueblo mágico del hotel San Cristóbal, una propiedad frente al mar que se funde a la perfección con las impactantes imágenes de la península. Las montañas y el desierto desembocan en el océano a través de una mezcla contrastante, pero armoniosa, de cactus, piedra caliza, palmeras y arena blanca.
Hace tiempo, descubrimos el hotel San Cristóbal gracias a nuestra amiga, la diseñadora de moda Elian Nestel, quien pasó parte de su luna de miel allí. Después de seguir de cerca sus publicaciones e historias en Instagram, nos enamoramos del hotel. Todos sabemos que lo que se ve en las redes sociales no es exactamente la realidad, pero ningún filtro puede igualar la belleza natural que se encuentra aquí.
Elian describió el hotel como un oasis donde todo encaja. En cuanto a la decoración, cada elemento está pensado y tiene una razón de ser. La decoración de las habitaciones tiene influencia mexicana, por supuesto, pero la paleta de colores de inspiración oaxaqueña cuenta con tejidos de diseño guatemalteco, cerámicas y accesorios de iluminación mexicanos, muebles diseñados a la medida por artesanos de Guadalajara y colchones de la más alta calidad hechos a mano de coco, cactus y algas por la empresa griega Cocomat.
El hotel está diseñado de manera que todos los lugares escénicos se puedan apreciar desde cada habitación o área pública. Elian nos contó que uno de los momentos más mágicos fue tomar un café matutino en su terraza mientras observaba ballenas grises y jorobadas nadar en la bahía. El sueño de un amante de la naturaleza vuelto realidad.
También supimos que uno de los lugares más fotografiados en Todos Santos es Punta Lobos, que está básicamente a una colina de distancia del hotel. Tan turístico y aglomerado como puede parecer, el lugar te recibe con una increíble sensación de tranquilidad y privacidad. El viaje para llegar a Punta Lobos comienza en las ruinas históricas ubicadas al lado del hotel, donde las rutas de senderismo se extienden varios kilómetros por las montañas y descienden hacia otra bahía.
Uno de los aspectos más notables del hotel es, sin duda, el sentido de comunidad que infunde a sus huéspedes. Como nos dijo Elian, la multitud puede definirse mejor como “cool”; personas de todo el mundo que aprecian el arte, el diseño y que crean conexiones significativas, mientras disfrutan de un programa selecto de experiencias. Actividades de bienestar, yoga, surf y medicina tradicional están diseñadas para inspirar y conectar con la naturaleza y con la población cercana.
El hotel también puede involucrar a los huéspedes con actividades ecológicas y de voluntariado para conectarse aún más con la naturaleza y retribuir a la comunidad. Esto incluye el cuidado de un perro durante la estadía, donar suministros a organizaciones benéficas locales, ayudar en la liberación de tortugas marinas bebés y participar en excursiones desde pescar hasta visitar granjas de permacultura y mucho más.
Uno de los mejores consejos que nos dio Elian sobre su experiencia fue pasar un tiempo en la tienda del hotel. Nos dijo que compró su nueva cristalería allí y que también se enamoró de las túnicas que venden. La boutique ofrece una selección de objetos artesanales sofisticados, si bien utilitarios, como trajes de baño, exclusivos artículos de decoración y ropa hechos con materiales locales y del resto del país.